¿Qué se te ha perdido aquí, pobre diablo,
que buscas la discordia cuando aquí está?
¿Que persigues plantar tu semilla
donde su influencia acampa ya?
¿Buscas acaso apagar la esperanza
que titila en nuestro lánguido corazón?
¿O tal vez corromper a esas almas
que necesitan algo más que una oración?
Pobre diablo, suplica que Dios te acoja,
pues tu toque y tu nombre no causan efecto.
Los dones que antaño promulgabas
son ahora de dioses con dogmas abyectos.
¿Acaso creías que podrías dominar
al hombre y su imaginación?
Pues cuando el malo habla con boca de virtud
la bruta ignominia derriba a la débil razón.
¡Pero qué sabrás tú, diablo tonto!
¡Vuelve a tu cueva! ¡Aquí nada puedes hacer!
¡Desde allí verás que esta realidad añeja
un día de hambre te hará perecer!
En memoria de todos los miles de inocentes que a día de hoy sufren y mueren en guerras absurdas por las que no tienen ninguna culpa.
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